martes, 19 de agosto de 2008

El Cuerpo Transdisciplinario

El cuerpo pensante o el cuerpo transdisciplinario

En la exploración de nuevas formas de hacer danza, búsqueda de nuevos lenguajes e integración de nuevos nexos hay dos grandes vanguardias que se dieron en los Estados Unidos. Las dos bastante revolucionarias, pero diferentes entre si, y hasta hoy son grandes ejemplos de formas de enfrentar la danza. Importantísimo fue el aporte de Merce Cunningham, John Cage, y el de Black Mountain College (1933-1957), porque es justamente aquí donde confluyen nuevos movimientos como el Neodada o el Action Painting. Estos movimientos proponen ilusionismo y alternativas a la literalidad, dando cabida a la casualidad, al flujo, a lo no lineal. Este espacio fue de experimentación donde resultaron trabajos muy interesantes y que poco a poco fueron abriendo paso a la tecnología. El intérprete en su simpleza ya casi no existe, ahora es además un creador; con un cuerpo pensante. Esta creo que es la mayor característica del giro preformativo de las artes de los años 60’.
José Antonio Sánchez nos habla de un cuerpo pensante, porque ha acumulado más experiencia. Ya no se limita sólo al movimiento e incorpora otros lenguajes a su corporalidad, ya sea desde otras artes o de la propia tecnología. Hemos descubierto que muchas personas hablan de un estado de “extrañeza” del cuerpo al verse enfrentado a la tecnología, pero aquí nos referimos mas bien a un cuerpo que ha logrado incorporar otros lenguajes y/o tecnologías volviéndose un cuerpo pensante.
Si hablamos de multidsiciplinarismo, no podemos dejar de mencionar a Loie Fuller (1862 – 1928) quien es la primera que muestra un trabajo transdisciplinario entre teatro, danza y tecnología. Papel crucial, años mas tarde, es el de la Judson Church con sus experimentaciones donde existe una autorreflexión del cuerpo y la multiplicidad del movimiento. El cuerpo como vacío de contenido, como materia de reflexión. Surgen diversas preguntas: ¿Cómo nos movemos?, ¿qué nos mueve?, ¿Para qué nos movemos?.
Hay dos cosas fundamentales que, a nuestro juicio sientan las bases para todo lo que vivimos hoy en cuanto a corporalidad. La primera que ya mencionamos anteriormente es que el intérprete ya no sólo está al servicio de un coreógrafo, sino que es autor también; y la segunda es que lo importante ya no es la obra terminada, sino que el proceso de experimentación.
José Antonio Sánchez[1] dice "Quienes asisitieron en 1968 a la primera versión de Trío A. La mente es un músculo, de Yvonne Rainer, no pudieron dejar de advertir que a partir de entonces la danza habría de convertirse también en un modo de pensamiento. La indiferenciación de intérprete y coreógrafo en la danza de los sesenta alteró la concepción del bailarín como mero cuerpo ejecutor para aproximarla a la de cuerpo creador. No es de extrañar que fuera la generación de Yvonne Rainer la que, siguiendo el magisterio de John Cage y Ann Halprim iniciara ese fascinante mestizaje de danza y 'happening', en primer lugar, y danza y performance o danza y teatro algo más tarde”.
Desde entonces los caminos de la danza han sido muy diversos: algunos han recuperado la técnica, otros la emoción, la teatralidad, etc. Recordemos también que es en la Judson Church donde se hacen experimentos con cámaras y videos, en definitiva, donde se comienza a experimentar con los medios tecnológicos.
En esta época surgen las nuevas formas de manifestación como preformance, body art, happening, etc. El cuerpo pensante se enfrenta con su entorno social, se presentan constantes invasiones a lo privado, junto con una fuerte presencia de la tecnología. Hay una línea artística que lleva al cuerpo a sus límites, pasando por el desnudo y terminando en la anulación de la imagen corporal.

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