martes, 19 de agosto de 2008

El cuerpo productivo

El cuerpo productivo: Foucault y la industrialización.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define el cuerpo como “aquello que tiene una extensión limitada, perceptible por los sentidos. Conjunto de sistemas orgánicos que constituyen un ser vivo”.
En la danza el cuerpo de los bailarines en escena ha persistido desde sus inicios. En el ballet vemos como centro de atención el cuerpo fino de los personajes y en la danza moderna, aunque las corporalidades cambiaron, el cuerpo seguía siendo la herramienta de trabajo primordial. La danza en general se ha valido de varios elementos para cubrir las convenciones teatrales que requieren las obras: vestuario, maquillaje, escenografías, luces, máscaras, el empleo de zapatillas de puntas, etc. Así comienzan a depender cada vez más de la tecnología, al grado de que los creadores han llegado a prescindir de los bailarines en las primeras fases del proceso creativo, sólo para considerarlos de nuevo en sus fases finales.[1]
Podríamos decir que la tecnología así como ha invadido nuestra vida cotidiana ha invadido también los espacios escénicos como lo prueban la utilización de softwares en la creación de una coreografía, la danza virtual en tres dimensiones, la aplicación de interfases, el uso de imágenes en movimiento. Los creadores están utilizando las tecnologías para crear nuevas formas de expresión, para poder expresar lo que ya el cuerpo con sus limitaciones, no puede.
Hoy los términos como cibercultura, net-art, cyborgs o body.art cibernético se nos hacen cada vez más familiares y la danza no está ajena a estos términos. Es más, la danza persiste en la búsqueda de nuevos modos y nuevas formas de afrontar la experiencia de lo contemporáneo.
El cuerpo productivo
La teoría de Foucault y la industrialización
Paul Michel Foucault (1926-1984) filósofo, sociólogo, historiador y psicólogo francés, profesor de la cátedra Historia de los sistemas de pensamiento en el Collège de France de 1970 a 1984. El trabajo de Foucault ha influido a importantes personalidades de las ciencias sociales y las humanidades en Europa, Estados Unidos y América latina. Foucault hace un análisis sobre el contexto de la revolución industrial a principios del siglo XX. Establece que junto con la industrialización y el capitalismo se generan sociedades industriales a través de mecanismos de poder y saber, las que crean una serie de dispositivos para modelar cuerpos y las subjetividades de las personas. Estos mecanismos otorgaron una autovigilancia generalizada, la tecnología del biopoder que no es más que la configuración de cuerpos y modos de ser. Los cuerpos se volvieron dóciles, adiestrados y disciplinados para cumplir ciertas tareas específicas, o sea, eran cuerpos útiles. Las fuerzas corporales son incrementadas y estimuladas, es decir, las aptitudes se potencian, pero también son disminuidas y subyugadas en términos de políticas de obediencia por lo que la dominación del sujeto disciplinado se acentúa. Estos son los factores que volvieron a los cuerpos de la sociedad industrial sumisos pero productivos.

Esta es la primera gran “evolución” corporal, pero también es el primer acercamiento que tiene el hombre a la máquina, siendo reemplazado en algunas tareas productivas y especializado en otras[2].

Con el proceso de la industrialización se nos presenta un nuevo concepto que se utiliza hasta el día de hoy no sólo en los procesos productivos sino que también en la vida cotidiana moderna. Hablamos de la fragmentación. Este punto es importante porque al existir una especialización el cuerpo cambia, y esto mismo se aplica a todas las técnicas dancísticas existentes, pero también a la vida cotidiana. Es interesante el estudio de las corporalidades de los bailarines dependiendo de qué tipo de técnicas usan para su entrenamiento diario. Esto podría leerse como una fragmentación dentro del mundo de la danza. La fragmentación es la esencia de la tecnología de la máquina, pero ahora nos vemos expuestos a un proceso no sólo de una maquinación, sino que de automatización. La esencia de la automatización según McLuhan es integral y anticentralista. Si observamos la serialización en la revolución industrial que nos entrega miles de productos exactamente iguales, podemos referirnos y hacer una especie de paralelo a las viejas escuelas de ballet (y que aún son escuelas), donde todos los cuerpos son similares, por no decir iguales.
Recordemos que para lograr entrar a las escuelas rusas de ballet hacen un examen a los niños donde les miden hasta las orejas. El resultado es la homogenización de los cuerpos y de los movimientos. Perfectos para el cuerpo de baile, donde bailan treinta bailarinas exactamente iguales. Aunque este punto es mucho mas antiguo que la revolución misma no lo vemos muy distante de lo que produce una cadena de montaje.

Ahora bien, si hablamos netamente de corporalidad, porque no hay que olvidar que en el ballet no vemos a seres humanos moverse, sino que son personajes de fantasías, dejaremos un poco aparte el tema del cuerpo en escena en el ballet. El punto interesante que cabe dentro de nuestro interés es la negación del cuerpo (en su estado natural) que existe en el ballet.

Si se analiza el cuerpo propio del estilo académico es un cuerpo completamente antinatural, todos sus movimientos son periféricos, es un cuerpo duro, que no sufre del entorno. Se considera bello el dominio técnico sobre lo natural, en el fondo este estilo es una estetización de la industria. Bajo este pequeño resumen podríamos señalar que aunque el ballet trabaja con el cuerpo como herramienta principal de su trabajo, este cuerpo no es un cuerpo natural. Es un cuerpo que ha sido trabajado, forzado y exigido al máximo de sus capacidades anatómicas en un sentido bastante antinatural.

En contraposición a este academicismo del cuerpo surge Isadora Duncan como la gran defensora de la naturalidad del cuerpo. Cree en la belleza de los movimientos naturales, no forzados que puede realizar un cuerpo. La importancia de Duncan radica en que con su filosofía naturalista se oponía a las ideas de someter al cuerpo a un entrenamiento específico, es decir, se opone a cualquier tecnología que eduque al cuerpo, está en contra de la configuración de los cuerpos (y menos aún de los modos de ser). Aunque Duncan no creó métodos o tecnologías para su danza, si se inspiraba en formas establecidas antiguamente por los Griegos.

Al otro lado del mundo y unos años mas tarde, surgía en Alemania el expresionismo con Mary Wigman. Si bien Wigman estudió con Dalcroze y luego con Laban, intentó “liberarse” de todo lo aprendido para dar paso a la emoción. La problemática que trata Wigman es que existe un vacío entre la emoción y el pensamiento donde se produce algo que no es posible transmitir ni con el movimiento ni con la palabra sola, entonces intenta decir con el cuerpo aquello que no puede decir con la boca. El cuerpo como medio expresivo. La importancia de Wigman es que en una época donde ya existían ciertas tecnologías, se negó a utilizarlas, dando paso al rescate del cuerpo pero no como una vuelta a lo natural como Duncan, sino que lo deja libre a favor de la expresión.
Quise mencionar a estas dos creadoras que fueron las que más se alejaron de la tecnología o técnica dentro de la danza. Luego viene todo el auge de las distintas técnicas en Estados Unidos pero no profundizaré esos temas.

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